[Al aire libre] Seis opciones turísticas por nuestra provincia que quizás no conocías

Más ideas para escaparnos con los peques.

En un artículo anterior, te detallábamos seis rutas para hacer en bici y pasar un buen rato en familia. ¡Pero aún queda más! Aquí encontrarás opciones turísticas muy variadas cercanas a los recorridos sobre ruedas para poder completar la excursión.

Monegrillo y el desierto de los Monegros

Monegrillo, un pequeño municipio español de la provincia de Zaragoza, con apenas 400 habitantes, guarda muchos más secretos de los que te puedes imaginar… La antigua denominación medieval del lugar, Montnegriello, significa «lugar pequeño en el Monte Negro».  Entre campos de cereal y custodiado por la Sierra de Alcubierre, Monegrillo fue todo un punto referente durante la Guerra Civil. 

El refugio antiaéreo de la “Cueva del Castillo” sirvió de cobijo para los habitantes de este pequeño pueblo durante los bombardeos de la gran guerra española. El pueblo había sido tomado el 11 de agosto de 1936 sin disparar un solo tiro por la centuria Tarrasa, milicianos anarquistas de la columna Durruti. En 2021, Monegrillo hizo posible un espectacular recorrido por su rehabilitado interior, nos permite tener una experiencia muy cercana a la que ellos tuvieron a través de una recreación  muy cuidada: tematizada con iluminación, locución y efectos de sonido. El refugio también ofrece la posibilidad de visitas libres y un programa infantil especialmente diseñado para educación primaria. Si eres un amante de la historia, este plan es para ti.

monegrillo

Si prefieres admirar la arquitectura, sigues estando en el lugar adecuado. Al entrar en la población, cualquier visitante podrá observar el antiguo Granero de la Diezma. Y un poco más allá, la Iglesia barroca de Ntra. Sra. de la Asunción, del siglo XVII, construida sobre la original del siglo XIII. Además, muy cerca del núcleo urbano de la ciudad, situados estratégicamente sobre los montes del entorno, captarán tu atención las cúpulas blancas de tres observatorios astronómicos. Eso sí, son de propiedad privada, -asociados a la Agrupación Astronómica Aragonesa y el Grupo de Estudios Astronómicos- pero sabemos que fotógrafos, cineastas, astrónomos… son quienes mejor han apreciado la abundancia y calidad lumínica de este enclave aragonés-.

Una ruta por uno de los canales más importantes del siglo XVIII

Sin salir de Zaragoza, en el camino que une Valdespartera con el innovador parque de PLAZA, estarás acompañado por el Canal Imperial de Aragón. Una construcción que guarda una gran historia detrás y que continúa en activo desde que se construyó en el siglo XVIII.

Se trata de una de las obras hidráulicas más importantes de toda Europa. Es un canal de riego y de navegación de 110 kilómetros. Construido entre 1776 y 1790, sus aguas realizan el recorrido desde Fontellas (Navarra) hasta Fuentes de Ebro (Aragón). ¿El objetivo por el que se construyó? Mejorar el regadío de la antigua Acequia Imperial de Aragón, llevando el agua del río Ebro hasta Zaragoza y permitiendo extender el regadío en la región. Además, estableció un servicio de transporte tanto de viajeros como de mercancías entre Tudela y Zaragoza.

El ilustrado aragonés Pignatelli fue la figura que impulsó su construcción. Ahora ya sabes de dónde viene el nombre de lugares de Zaragoza como el edificio que alberga la Diputación General de Aragón en el paseo de María Agustín, la residencia de estudiantes Ramón Pignatelli de la Diputación de Zaragoza (DPZ) o el parque junto al paseo de Cuéllar.

Todavía hoy en día, en bastantes de sus tramos, despierta la admiración de muchos ingenieros e historiadores del arte. Así que, coge tu bici y recorre junto a sus aguas uno de los trayectos más importantes del regadío para la comunidad aragonesa.

Los “gigantes” de Cadrete 

—Allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes

—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.

—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

Seguro que este pequeño fragmento te suena. Incluso seguro que sabes donde aparece. Sí, en El Quijote. Y es que fue ya en 1605 cuando Don Quijote se enamoró de la envergadura y esbeltez de un conjunto de molinos de viento. Grandes gigantes que custodiaban montañas y aguardaban el poder que aquél valioso caballero quería conseguir… Y aunque probablemente no fueran los de Cadrete, los que podrás ubicar encontrados en su municipio no se quedan atrás.. Ubicados en el puerto maño por excelencia, si eres de Zaragoza o alrededores y te gusta andar en bici, has pasado por aquí seguro. En el cruce del camino La Plana con la calle Río Huerva empieza el puerto que te llevará hasta “Los gigantes”. En el post anterior, te contábamos todos los secretos.

Además, Cadrete no es conocido únicamente por su iglesia o su gran parque eólico, sino también por su Castillo, otra reliquia histórica para los amantes del turismo. A tan solo veinte minutos de Zaragoza se levanta esta magnífica fortaleza musulmana construida a finales del siglo X y utilizada por Aderramán III como cuartel general en su asedio a Saraqusta. Tras siglos de abandono, el castillo fue restaurado en la primavera de 2013 y  permitió recuperar valioso material histórico y descubrir el acceso al castillo, la iglesia, el aljibe, las habitaciones que rodean la torre y una escalera de caracol que comunicaba el recinto superior con el patio de armas.

castillo de cadrete

Esta fortaleza está considerada uno de los mejores castillos conservados de la ribera del Bajo Huerva. Y no sólo te sorprenderá su envergadura o esbeltez, sino también en el lugar donde está ubicado: unos grandes acantilados de 70 metros de altura. Puedes admirar el exterior durante cualquier día del año, aunque el acceso al interior está suspendido temporalmente. Si te apetece sumergirte en la Edad Media, no dudes en visitar este castillo. (actualmente está cerrado a las visitas)

Tarazona, un fin de semana a los pies del Moncayo 

Aunque más de uno seguro que ya ha visitado este municipio, Tarazona esconde muchos secretos que aguardan tu próxima visita. A las faldas del majestuoso Moncayo, montaña impregnada de leyendas y cultura popular, se localiza nuestro destino. Una ciudad fundada en el siglo I a.C. en la que confluyen diversas culturas. Sin ir más lejos, la cultura cristiana, la judía y la musulmana se funden para construir una de las ciudades con más encanto de nuestra comunidad.

Cuenta desde hace relativamente poco tiempo con una restaurada catedral mudéjar. ​​Se construyó en la misma época que las catedrales de Toledo y Burgos. Tras sufrir graves desperfectos a finales del siglo XIV, fue a finales del XV cuando el edificio fue reconstruido en estilo mudéjar, y en el XVI su interior fue redecorado en estilo renacentista. El cimborrio es la estrella de esta catedral… ¡Seguro que aquí haces unas fotos de revista!

Otro atractivo turístico es el barrio medieval de Cinto. Cuando recorras las estrechas calles de la antigua Judería y el barrio medieval, entenderás por qué el poeta romántico Gustavo Adolfo Becquer la denominó la “pequeña Toledo” tras su estancia en tierras del Moncayo.

Además, recientemente han restaurado la fachada del Ayuntamiento, donde lo más aconsejable es que contrates un tour en el que poder descubrir los secretos mejor guardados en torno al gran atractivo turístico de la ciudad de Tarazona: el cipotegato. Cada 27 de agosto, este personaje verde, amarillo y rojo sale a las calles de la ciudad en medio de una lluvia de tomates. Tras llegar a la plaza del Ayuntamiento y trepar la escultura erigida en su honor, dan comienzo de manera oficial las fiestas de Tarazona, en honor a San Atilano.

Si tienes suerte y te puedes escapar más días, te recomendamos que te adentres en el Parque Natural del Moncayo y te dejes sorprender por su flora y fauna. Ardillas, corzos y pequeños zorros te están esperando. Y si eres de los más animados, ármate de ganas y sube hasta la cima… Las vistas no te dejarán indiferente. Desde luego, es una experiencia que merece la pena vivir. El acceso está totalmente indicado y se pueden planear todo tipo de paseos: desde recorridos más breves y sencillos, pero igualmente entrañables, para hacer con los peques, hasta el camino de subida al pico. Es más, aprovecha este puente de diciembre para visitar el Moncayo porque apreciarás un abanico de colores otoñales que coparán los árboles.

Además, si cuentas con unas vacaciones de las buenas, puedes acercarte a la vecina Tudela, una localidad navarra en la que perderse caminando por las calles del casco antiguo. O incluso a Soria, donde podrás pasear por El Collado, por La Dehesa, pasar una tarde en el campo en Valonsadero o descubrir algunos de los rincones en los que se inspiró Machado para escribir sus poemas.

Torrecilla, una parada desconocida hasta las cuencas mineras

Torrecilla de Valmadrid es un pequeño barrio rural perteneciente a Zaragoza. Lo que muy poca gente conoce es que a tan solo media hora de la capital aragonesa se puede descubrir parte de la historia del ferrocarril hasta las Cuencas Mineras turolenses.

Durante mucho tiempo el pueblo de Torrecilla estaba únicamente comunicado -como otros tantos municipios- por caminos de carros o agrícolas. De hecho, eran estos medios prácticamente los únicos para llegar a la localidad. No fue hasta comienzos del siglo XX cuando la situación de desconexión comenzó a cambiar. 

Con la llegada de la revolución industrial al país, la sociedad de Minas y Ferrocarriles de Utrillas (Teruel), que explotaba los lignitos de las Cuencas Mineras de Aragón, construyó una línea ferroviaria, inaugurada el 29 de septiembre de 1904. De esta forma, se prestaba el doble servicio tanto de transporte de mercancías como de pasajeros desde la localidad turolense de Utrillas hasta Zaragoza. Resulta reseñable que  una de sus once estaciones se ubicaba en Torrecilla de Valmadrid. 

A mediados de la década de los 40, se construyó la carretera que unió Zaragoza con Valmadrid y valiendo del tráfico de automóviles también a Torrecilla. 

En 1966 se clausuró definitivamente la línea ferroviaria minera después de 62 años de funcionamiento. Pero aún hoy podrás acercarte hasta la estación que un día fue punto de unión entre Zaragoza y Teruel. Actualmente, es un edificio abandonado en mitad del campo, pero su historia merece la pena y puedes acercarte caminando desde el propio pueblo.

Además, está muy cerca de lugares como Muel, donde podrás disfrutar aprendiendo de su tradicional artesanía, e incluso podrás convertirte en un auténtico alfarero, o Fuendetodos, municipio natal de Francisco de Goya.

De Luna hasta el santuario de Monlora

Luna es una localidad zaragozana situada en la comarca de las Cinco Villas. En un enclave próximo a Huesca y Zaragoza, entre las montañas pirenaicas y el valle del Ebro, se encuentra su santuario, dedicado a la virgen de Nuestra Señora de Monlora, patrona de Luna.

Se sitúa a 5 kilómetros de la villa de Luna (Zaragoza), en un alto que destaca entre las llanuras de la comarca, y desde donde se pueden contemplar las vistas que nos ofrece este balcón de las Cinco Villas. Incluso si tenemos suerte y acudimos un día con el cielo despejado, podemos divisar en el horizonte los blancos pirineos, las sierras prepirenaicas,  los Mallos de Riglos, el Moncayo, la Hoya de Huesca y toda la comarca de Cinco Villas hasta Navarra. Además, podrás ver en el cielo parapentes repletos de color.

Lo que antaño fueron las celdas de los monjes son ahora utilizadas como hospedería. Así, podrás pasar unos días de desconexión viviendo en la más absoluta paz, como lo hacían en otra época los frailes que habitaban en el santuario.

Además, dentro del monasterio, en lo que en su día fueron las cocinas y comedor monacal, se encuentra ahora el restaurante, donde se pueden degustar platos típicos aragoneses.

Comparte:
Booking.com