Al monte con niños, una experiencia gratificante no la conviertas en una pesadilla

¿A qué edad es bueno llevar al hijo al monte? Difícil respuesta. Cada pequeñajo es un mundo, y una sorpresa. Seguro que en una de tus caminatas te has cruzado con una familia y la pequeña de la casa va a su paso, con una sonrisa de lado a lado y tú, mientras, con cara de póker. También te cruzas con otros enfurruñados, pero que siguen pasito a pasito devorando metros. Quizá sea por la promesa de un helado posterior. 

El lema ‘Planifica, equípate y actúa’ se eleva a la máxima expresión cuando vas a la montaña con menores… muy por debajo de los 18 años. Si siempre hay que buscar el lado de la satisfacción, con los pequeños más. Las buenas experiencias las absorben enseguida, como las malas. Además, es una buena ocasión para enseñarles, para concienciarlos sobre la necesidad de conservar el medio ambiente, que empiecen a empaparse de lo que es y lo que significa la montaña.

Una familia informándose de posibles recorridos en Sahun Valle de Benasque

Acostumbrados al asfalto y muchos de ellos, desde temprana edad, a internet, los espacios naturales son una explosión para sus sentidos. Y aquí no se entra en grandes diferencias, tan solo, igual, en grados de sorpresa. Comprobar su cara por primera vez cuando ven una cascada, las propias montañas, los ríos e incluso algún ibón de fácil acceso es una de esas cosas que se quedan grabadas.

Y, claro, si en cualquier actividad de montaña hay que actuar con precaución, aquí, más. La excursión debe girar en torno a los pequeños, pero ¡ojo! De forma bien entendida y sin caprichos. De lo que se trata es de que la jornada sea divertida y lo mejor es que seamos capaces de ‘atraparlos’ en un inicio de cultura montañera. Hay cosas que nos pueden ayudar como, por ejemplo, que también lleve su mochilita con cosas básicas. Cualquier menor se siente importante si se le da una responsabilidad, si ve que lleva cosas como los mayores. 

Impregnarlos de cierto esfuerzo, de saborear cada descanso, de explicarle cosas que ve son pautas que llevarán a los más pequeños a disfrutar, sí, pero a nosotros también. Ese vínculo, además, sirve para forjar a los montañeros desde la base. Y la progresión es más que evidente. De un verano a otro verano, el pequeño (y la pequeña, por supuesto) de la casa la evolución será más clara, cada vez se querrá ir a más sitios y ya se sabe que desde una base sólida todo se construye mejor.

Si además incluimos a la excursión a todos los miembros de la familia, incluyendo a la mascota, la experiencia es también más gratificante para los peques. Por cierto, ya sabes que es espacios naturales protegidos los perros hay que llevarlos atados y no solo porque pueden causar problemas al ganado y porque la normativa así lo dicta, es que nunca sabes si a las personas con las que te encuentras en tu camino tienen o no miedo a los canes. El “tranquilo, mi perro no hace nada” al acercarse corriendo a un menor puede tener un efecto contraproducente, que este salga del camino y pueda sufrir un accidente. Y recuerda, todo accidente en altitud es un problema.  

Actúa con prudencia: jugando se educa en seguridad

  1. Madruga: enseñarás con ello que a la montaña hay que ir pronto. Caminarás con menos calor y te darás un tiempo de maniobra extra si surge un imprevisto.
  2. Asegúrate cada poco tiempo de que van bien y disfrutando. Si el ánimo decae busca la manera de recuperarlo
  3. No dividas al grupo, aunque una parte del mismo no quiera seguir. Así aprenderán que si tienen un mal día y no tienen ganas de caminar (¡eso nos pasa a todos!) eso no supone un problema. Lo importante es disfrutar a la vez.
  4. Permanece atento a los cambios meteorológicos y extrema la prudencia. Los peques son más vulnerables a las condiciones meteorológicas extremas.
  5. No pierdas los nervios si no cumples el plan inicial: la vida es así, ¡ya sabes que si haces planes, las criaturas te los deshacen!
  6. Haz las paradas que sean necesarias y por el motivo que sea (una rama, una piedra, una hormiga…). Deja que encuentren sus propias motivaciones (¡y hazte a la idea de que no serán las mismas que las tuyas!).
  7. Toma las decisiones contando con su opinión y participación: así les estarás enseñando a razonar y entender el porqué de las decisiones que se toman en grupo, que siempre son para el bien y la seguridad del grupo.
  8. Intenta, dentro de lo que puedas, que lleven parte de la iniciativa del grupo: que guíe al grupo, que mire el mapa, que decida por dónde ir o dónde parar…que juegue a ser montañero/a.
  9. Asegúrate de que el grupo lleva una buena proporción de personas adultas/menores. Las criaturas reclamarán tu atención con sus descubrimientos e inquietudes, así que asegúrate de que vas a poder atenderles bien.
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